El origen de los mudras no está nada claro. Hay mudras
en Asia, como muchos creen, sino en todo el mundo. Con toda
seguridad, nuestros antepasados ya utilizaban en sus rituales determinados
gestos con los que querían subrayar y sellar/rubricar
cuanto pensaban y decían. Durante el periodo de cristianización
de los pueblos del norte, muchos de estos gestos se prohibieron
como, por ejemplo, el de invocar a los dioses con los brazos alzados.
Más tarde, algunos de estos gestos fueron recuperados e
integrados en la doctrina cristiana. Fijándonos en los diferentes
gestos que hace el sacerdote al celebrar la misa, quizá podamos
intuir cómo se expresaban los pueblos antiguos. Pero también
nuestra vida cotidiana está impregnada de gestos, cuyo origen
apenas nadie conoce ya: alzar el pulgar para desear suerte a alguien,
aplaudir, estrechar la mano, dar una palmada en el hombro,
mostrar el puño o levantar el dedo medio, etcétera.
En la India, los mudras son un componente fijo de todas las
actividades religiosas.
En las representaciones de los dioses hindúes,
los diferentes Mudras y Hastas (posiciones de los brazos)
tienen una gran importancia. En este caso, además de los atributos
y las actitudes del cuerpo, también representan las características
que identifican a los distintos dioses. En la posición mística
de la mano, el que ora ve un poder particular, cualidad y fuerza
de carácter de la divinidad que venera. Los mudras más conocidos
de los principales dioses, Brahma (creador), Vishnu (sustentador)
y Shiva (destructor) son los números 41, 42, 43, 46,
47,48.
Tan conocidos como estos, son los mudras que aparecen en las
danzas indias, en las que se representan dramas completos, sin palabras, sólo con las manos, los ojos y los movimientos del
cuerpo. Ingrid Ramm-Bonwitt, especialista en mudras, lo describe
con estas preciosas palabras: «Las manos son portadoras de
símbolos importantes que en Oriente, todavía hoy en día, son
universalmente comprendidos. Con sus manos, el bailarín indio
expresa la vida de la totalidad del universo.
El rico simbolismo
del lenguaje de los gestos adquiere, gracias a la multiplicidad de
posibilidades de interpretación, mucha mayor importancia para
el espíritu del que pueda tener la palabra [... ].
Este significado espiritual
de los mudras encuentra su expresión más completa en el
arte indio.
Los gestos de las divinidades representadas en el arte
hinduista y budista [... ] simbolizan sus funciones o ensalzan determinados
acontecimientos mitológicos». Los mudras se practican también en los rituales del tantrismo.
En este caso, el creyente lisonjea amoroso a su venerada divinidad
con el objetivo de hacer realidad en sí mismo sus cualidades
concretas.
y también juegan un papel importante en el Budismo; en todos
los países en los que se ha extendido esta religión se conocen
infinidad de mudras. Este es el caso de las representaciones plásticas
del Gautama Buddha, en las que aparecen en particular seis
mudras que guardan una estrecha relación con su doctrina y con
su vida (números 41, 43, 46, 47, 48 y 49).
Como ya he dicho, también en el Hatha-Yoga se conocen los
mudras. Los yoguis sabían cómo se manifiestan en los gestos y en
las posturas del cuerpo muchos estados anímicos como la trjsteza,
la alegría, la ira, la calma, etc. y también, que mediante determinados
gestos, se puede influir de forma positiva en la psique.
Como vemos, el origen de los mudras se pierde en la oscuridad
de los tiempos también aquí, reencontramos el misterio y lo inabarcable.
¿Cómo, dónde y cuándo se practican
los mudras?
¿Cómo se practican los mudras?
Muy sencillo: coloque la mano con los dedos tal y como aparece
en cada dibujo. La presión de los dedos es muy ligera y delicada
y las manos están relajadas. Sin embargo, quizá piense que realizar
algunos mudras no es tan sencillo como parece: los dedos se
resisten, son demasiado rígidos, las manos se resbalan o se le cansan
con rapidez. La movilidad de las manos tiene una relación directa
con la movilidad de todo el cuerpo. Si hay tensiones en una
determinada parte del cuerpo, esta tensión se manifiesta en la
parte correspondiente de las manos. Incluso la edad de una persona
puede determinarse a partir de los dedos abiertos, al menos
eso es lo que dice la medicina china.
De todas formas, aunque mi
cuerpo y mis manos han adquirido una gran agilidad gracias a
los muchos años que llevo practicando el Yoga, el Mudra contra
los dolores de espalda, que es precisamente el que más necesito,
sólo lo puedo hacer con una mano, ya que con la otra me
ayudo a aguantar los dedos en la posición correcta. Por eso, al
principio, a usted quizá también le resulte imposible practicar algunos
de los' mudras con las dos manos, tal y como se describe
aquí, porque con una mano tendrá que colocar y sostener los dedos
de la otra. Si es así, para empezar hágalos sólo con una
mano. Y si los dedos que deberían estar extendidos se doblan de
nuevo por sí solos, limítese a presionarlos contra la pierna o contra
cualquier otra superficie. Con el tiempo, la tensión en los dedos
o en la mano le desaparecerá y a efectos de eso, también en
la parte correspondiente del cuerpo.
Practique el mudra lo mejor que pueda y su efecto acabará
manifestándose. Es posible que de entrada, le suponga cierto esfuerzo
mantener los dedos extendidos. Cuando se canse, déjelos
descansar. Estoy segura de que con el tiempo, sus manos tendrán
más fuerza, adquirirán una mayor movilidad y podrá utilizar las
dos. También se sentirá más fresco y ágil, en general, y quizás
hasta más joven.
Aún cuando hayan ganado en movilidad y fuerza, trate siempre
con cuidado y afecto a sus dedos. Un mudra, independientemente
de cual sea el objetivo con el que se practica, no sólo debe
ser un gesto terapéutico sino también santo.
Los mudras pueden practicarse sentado, echado, de pie y andando~
Procure que la postura de su cuerpo sea simétrica y centrada
y estar tan relajado y distendido como le sea posible.
Si lo
practica sentado en una silla, deberá mantener la espalda erguida
y los pies bien afianzados en el suelo. Y si lo hace echado, sepa
que la posición más adecuada es, por supuesto, tumbado de espaldas.
Si por las razones que sean se ve obligado a estar en esta
posición durante un periodo de tiempo prolongado, colóquese
un almohadón pequeño bajo el cuello para descargar la nuca o
bajo las rodillas o los muslos para descargar la espalda. Lo importante
es que esté relajado y distendido, ya que cualquier tensión
impide el flujo interior de la energía, y lo que pretendemos
con los mudras es hacer fluir algo nuevo.
Si lo practica andando,
mantenga un paso regular, tranquilo y rítmico. Y si lo hace de
pie, separe las piernas a la anchura de las caderas, con las rodillas
relajadas y las puntas de los pies dirigidas hacia delante.
y por supuesto, si dispone de algo más de tiempo, practique los
mudras con la posición sentada de meditación, lo que le permitirá
realizar una meditación más prolongada. Si lo hace así, respete
los principios propios de la técnica de la meditación:
• Siéntese sobre una superficie estable, con la pelvis abierta y la
columna vertebral erguida. Apoye ambas rodillas planas en el
suelo o manténgalas a la misma altura (si es necesario, póngase
unos almohadones bajo de las rodillas, pero que estén a la
misma altura).
• Descanse las manos distendidas sobre los muslos.
• Los hombros distendidos hacia atrás y hacia abajo, el pecho
debe estar abierto y libre.
• La barbilla recogida y la nuca recta y relajada.
• Respire regular, lenta, fluida y suavemente.
• No interrumpa la meditación de manera brusca, sino siempre
con un estiramiento enérgico.
También puede practicar un mudra y mientras tanto pensar en
otra cosa, aunque yo he comprobado que su efecto se acelera y
refuerza cuando al practicarlo se adopta una posición meditativa
activa, sintiendo las manos y observando la respiración. Estar
pendiente del flujo normal de la respiración, influir en ella, o
dirigirla, es un refuerzo muy importante. Le explicaremos cómo
hacerla en cada uno de los mudras. Y para que nunca se convierta
en una rutina, practique las correspondientes visualizaciones
y afirmaciones, ya que también refuerzan el efecto del
mudra. Hay ejercicios en los que ya no sé con certeza qué es lo
que actúa en mayor proporción, el mudra, la técnica de respiración,
la imagen visual izada o las palabras pronunciadas. ¡Pero
no importa, cumple con su objetivo, me va bien, me hace feliz y
con eso basta!
HIRSCHI GERTRUD
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