lunes, 24 de junio de 2019

Origen de los mudras

El origen de los mudras no está nada claro.  Hay mudras en Asia, como muchos creen, sino en todo el mundo. Con toda seguridad, nuestros antepasados ya utilizaban en sus rituales determinados gestos con los que querían subrayar y sellar/rubricar cuanto pensaban y decían. Durante el periodo de cristianización de los pueblos del norte, muchos de estos gestos se prohibieron como, por ejemplo, el de invocar a los dioses con los brazos alzados. Más tarde, algunos de estos gestos fueron recuperados e integrados en la doctrina cristiana. Fijándonos en los diferentes gestos que hace el sacerdote al celebrar la misa, quizá podamos intuir cómo se expresaban los pueblos antiguos. Pero también nuestra vida cotidiana está impregnada de gestos, cuyo origen apenas nadie conoce ya: alzar el pulgar para desear suerte a alguien, aplaudir, estrechar la mano, dar una palmada en el hombro, mostrar el puño o levantar el dedo medio, etcétera.

En la India, los mudras son un componente fijo de todas las actividades religiosas.
En las representaciones de los dioses hindúes, los diferentes Mudras y Hastas (posiciones de los brazos) tienen una gran importancia. En este caso, además de los atributos y las actitudes del cuerpo, también representan las características que identifican a los distintos dioses. En la posición mística de la mano, el que ora ve un poder particular, cualidad y fuerza de carácter de la divinidad que venera. Los mudras más conocidos de los principales dioses, Brahma (creador), Vishnu (sustentador) y Shiva (destructor) son los números 41, 42, 43, 46, 47,48. Tan conocidos como estos, son los mudras que aparecen en las danzas indias, en las que se representan dramas completos, sin palabras, sólo con las manos, los ojos y los movimientos del cuerpo. Ingrid Ramm-Bonwitt, especialista en mudras, lo describe con estas preciosas palabras: «Las manos son portadoras de símbolos importantes que en Oriente, todavía hoy en día, son universalmente comprendidos. Con sus manos, el bailarín indio expresa la vida de la totalidad del universo.

El rico simbolismo del lenguaje de los gestos adquiere, gracias a la multiplicidad de posibilidades de interpretación, mucha mayor importancia para el espíritu del que pueda tener la palabra [... ].
Este significado espiritual de los mudras encuentra su expresión más completa en el arte indio.
Los gestos de las divinidades representadas en el arte hinduista y budista [... ] simbolizan sus funciones o ensalzan determinados acontecimientos mitológicos». Los mudras se practican también en los rituales del tantrismo.  

En este caso, el creyente lisonjea amoroso a su venerada divinidad con el objetivo de hacer realidad en sí mismo sus cualidades concretas. y también juegan un papel importante en el Budismo; en todos los países en los que se ha extendido esta religión se conocen infinidad de mudras. Este es el caso de las representaciones plásticas del Gautama Buddha, en las que aparecen en particular seis mudras que guardan una estrecha relación con su doctrina y con su vida (números 41, 43, 46, 47, 48 y 49). Como ya he dicho, también en el Hatha-Yoga se conocen los mudras. Los yoguis sabían cómo se manifiestan en los gestos y en las posturas del cuerpo muchos estados anímicos como la trjsteza, la alegría, la ira, la calma, etc. y también, que mediante determinados gestos, se puede influir de forma positiva en la psique. Como vemos, el origen de los mudras se pierde en la oscuridad de los tiempos también aquí, reencontramos el misterio y lo inabarcable.


¿Cómo, dónde y cuándo se practican los mudras? 

¿Cómo se practican los mudras? 

Muy sencillo: coloque la mano con los dedos tal y como aparece en cada dibujo. La presión de los dedos es muy ligera y delicada y las manos están relajadas. Sin embargo, quizá piense que realizar algunos mudras no es tan sencillo como parece: los dedos se resisten, son demasiado rígidos, las manos se resbalan o se le cansan con rapidez. La movilidad de las manos tiene una relación directa con la movilidad de todo el cuerpo. Si hay tensiones en una determinada parte del cuerpo, esta tensión se manifiesta en la parte correspondiente de las manos. Incluso la edad de una persona puede determinarse a partir de los dedos abiertos, al menos eso es lo que dice la medicina china.

De todas formas, aunque mi cuerpo y mis manos han adquirido una gran agilidad gracias a los muchos años que llevo practicando el Yoga, el Mudra contra los dolores de espalda, que es precisamente el que más necesito, sólo lo puedo hacer con una mano, ya que con la otra me ayudo a aguantar los dedos en la posición correcta. Por eso, al principio, a usted quizá también le resulte imposible practicar algunos de los' mudras con las dos manos, tal y como se describe aquí, porque con una mano tendrá que colocar y sostener los dedos de la otra. Si es así, para empezar hágalos sólo con una mano. Y si los dedos que deberían estar extendidos se doblan de nuevo por sí solos, limítese a presionarlos contra la pierna o contra cualquier otra superficie. Con el tiempo, la tensión en los dedos o en la mano le desaparecerá y a efectos de eso, también en la parte correspondiente del cuerpo.


Practique el mudra lo mejor que pueda y su efecto acabará manifestándose. Es posible que de entrada, le suponga cierto esfuerzo mantener los dedos extendidos. Cuando se canse, déjelos descansar. Estoy segura de que con el tiempo, sus manos tendrán más fuerza, adquirirán una mayor movilidad y podrá utilizar las dos. También se sentirá más fresco y ágil, en general, y quizás hasta más joven. Aún cuando hayan ganado en movilidad y fuerza, trate siempre con cuidado y afecto a sus dedos. Un mudra, independientemente de cual sea el objetivo con el que se practica, no sólo debe ser un gesto terapéutico sino también santo. Los mudras pueden practicarse sentado, echado, de pie y andando~ Procure que la postura de su cuerpo sea simétrica y centrada y estar tan relajado y distendido como le sea posible. 

Si lo practica sentado en una silla, deberá mantener la espalda erguida y los pies bien afianzados en el suelo. Y si lo hace echado, sepa que la posición más adecuada es, por supuesto, tumbado de espaldas. Si por las razones que sean se ve obligado a estar en esta posición durante un periodo de tiempo prolongado, colóquese un almohadón pequeño bajo el cuello para descargar la nuca o bajo las rodillas o los muslos para descargar la espalda. Lo importante es que esté relajado y distendido, ya que cualquier tensión impide el flujo interior de la energía, y lo que pretendemos con los mudras es hacer fluir algo nuevo. 

Si lo practica andando, mantenga un paso regular, tranquilo y rítmico. Y si lo hace de pie, separe las piernas a la anchura de las caderas, con las rodillas relajadas y las puntas de los pies dirigidas hacia delante. y por supuesto, si dispone de algo más de tiempo, practique los mudras con la posición sentada de meditación, lo que le permitirá realizar una meditación más prolongada. Si lo hace así, respete los principios propios de la técnica de la meditación: 

• Siéntese sobre una superficie estable, con la pelvis abierta y la columna vertebral erguida. Apoye ambas rodillas planas en el suelo o manténgalas a la misma altura (si es necesario, póngase unos almohadones bajo de las rodillas, pero que estén a la misma altura). 

 • Descanse las manos distendidas sobre los muslos. 

• Los hombros distendidos hacia atrás y hacia abajo, el pecho debe estar abierto y libre. 
• La barbilla recogida y la nuca recta y relajada. 

• Respire regular, lenta, fluida y suavemente. 
• No interrumpa la meditación de manera brusca, sino siempre con un estiramiento enérgico.
También puede practicar un mudra y mientras tanto pensar en otra cosa, aunque yo he comprobado que su efecto se acelera y refuerza cuando al practicarlo se adopta una posición meditativa activa, sintiendo las manos y observando la respiración. Estar pendiente del flujo normal de la respiración, influir en ella, o dirigirla, es un refuerzo muy importante. Le explicaremos cómo hacerla en cada uno de los mudras. Y para que nunca se convierta en una rutina, practique las correspondientes visualizaciones y afirmaciones, ya que también refuerzan el efecto del mudra. Hay ejercicios en los que ya no sé con certeza qué es lo que actúa en mayor proporción, el mudra, la técnica de respiración, la imagen visual izada o las palabras pronunciadas. ¡Pero no importa, cumple con su objetivo, me va bien, me hace feliz y con eso basta!

HIRSCHI GERTRUD

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