¿Qué es la meditación?
LA MEDITACIÓN es una práctica antigua e inmemorial de quienes siempre se
han esforzado por tomar consciencia de sus posibilidades internas y por desentrañar el
enigma del Universo. Como esa eterna incógnita solo se contesta desde dentro, su solución
yace en las profundidades del pequeño universo que es el hombre. Meditación es, en primer
lugar, reflexión, como un proceso mental dirigido hacia un fin espiritual, y hasta un cierto
punto es verdad, pero significa mucho más que esto, porque en definitiva, la totalidad de los
poderes conscientes son atraídos y orientados hacia la meta suprema. Ella puede ser
considerada, al principio, como un pensar sistemático y sostenido, y como tal usado en
nuestro mundo diario. En otras palabras, antes de que podamos lograr algún resultado
deseado, pensamos acerca de el, y lo planificamos, y esa “meditación” preliminar puede
durar desde un minuto hasta varias horas, y determinará, consciente o inconscientemente, la
acción considerada. Si un pensamiento intencional y sostenido es necesario para lograr y
comprender objetivos materiales, ¡Cuanto más infinitamente necesario será en las elevadas
aventuras del espíritu!. De hecho, todos practicamos la meditación en cierto grado,
particularmente cuando nuestras emociones son atraídas, cuando “nuestros corazones están
en ello”.
La mente, siendo una constructora de formas, bosqueja el plan de acción y la
emoción la acompaña, suministrando la vida y el vigor necesarios. Algunas personas tienen
buena mente y poco deseo para lograr algo. Otras tienen deseos arraigados pero carecen de
fuerza y claridad mental. El éxito llega al hombre que puede desarrollar y armonizar a
ambos. Se vera que la meditación es un intento para desarrollar y utilizar estos poderes y
dirigirlos hacia la realización de metas espirituales. EI proceso no difiere, al principio, de
aquel que el hombre emplea normalmente en su vida diaria, a pesar de que la fuerza y
purificación logradas o realizadas al dirigir el corazón y la mente hacia alturas espirituales
pone en definitiva en acción poderes de comprensión super-normales.
La meditación NO
ES como muchas veces se ha supuesto, un arte difícil y antinatural. Es la gloriosa
expansión y sublimación de los poderes normales del corazón y de la mente, y puede ser
practicada, en alguna medida, por todas las almas vivientes. Quizá la idea prevaleciente de
que es un proceso extraordinario y abstruso provenga de libros mal interpretados y de
enseñanzas concernientes a antiguos métodos de Yoga en el Oriente. La totalidad de los
métodos orientales tienen inclinación hacia el Ocultismo, es decir, de alcanzar la
autorrealización a través del pormenorizado y paciente desarrollo de las envolturas de la
consciencia en todos los planos de la materia.
Su perspectiva científica, su conocimiento de
la constitución del hombre y su más profunda psicología hacen que Oriente sobrepase
cualquier conocimiento que tengamos hasta ahora en Occidente. Su plena práctica exige tiempo libre y paz, y el dominio de un mecanismo físico finamente ajustado, producto de
una herencia de antepasados que por miles de años se han abstenido de carne y de alcohol y
practicado tenazmente la meditación. Tal ascendencia y condiciones no se dan en
Occidente, de ahí el riesgo de crisis o trastornos nerviosos cuando se intentan los muy
arduos métodos de Oriente. Por esta razón, tal vez, el método en Occidente se ha inclinado
siempre hacia el misticismo y el desarrollo de la vida, sin haber tomado demasiado en
cuenta la forma. Su perspectiva es artística. Tal vez esto seria mejor comprendido si
tratamos de imaginarnos algo de nuestro propio carácter que nos permita ver el objetivo de
la meditación, los poderes empleados y los resultados, cuando se ha seguido paciente y
fielmente el método.
El Triple Hombre
En la vida ordinaria sabemos muy poco de nosotros mismos y, consecuentemente,
nos juzgamos a nosotros y a otros superficialmente. Uno de los primeros requisitos en Yoga
es lograr una creciente toma de consciencia de la realidad y poder de la vida interior, y esto
se ayuda con un alejarse, en pensamiento, de una estrecha identificación con los vehículos
de consciencia. Estamos convencidos que nosotros somos este cuerpo; debemos aprender a
darnos cuenta que no lo somos, que él solo es un maravilloso y delicado mecanismo
viviente, producido por evolución a través de eones de tiempo para nuestro uso y
experiencia, pero él no es nosotros mismos. Comenzaremos, entonces, a vivir mas
conscientemente como un alma, tomando consciencia que la “vida interior” es el mundo de
motivos, de ideales, de sentimientos y de aspiraciones realmente mucho mas potentes para
el auto-desarrollo y para afectar a otros que cualquier otra cosa que hagamos en el mundo
físico.
La Sabiduría Antigua nos enseña que la vida y la consciencia del hombre trabajan a
través de muchos niveles de materia sutil o grosera, cada uno de los cuales constituye un
rumbo o esfera, interpenetrando a los otros proveyendo a cada hombre de un vehículo o
“cuerpo” para la expresión y experiencia en cada plano. Estos planos de consciencia y
materia son subjetivos para la consciencia física, para la cual solo el mundo físico es
objetivo, pero ellos son visibles a la visión clarividente, y para todos después de la muerte.
En estos mundos y en los cuerpos sutiles internos que les pertenecen, los pensamientos y
sentimientos son poderes tremendamente creativos.
Esta es la razón oculta que yace detrás
de su desarrollo sistemático por medio de la meditación. La naturaleza del hombre puede
ser clasificada de muchas maneras, difiriendo según el punto de vista tomado en cuenta. Tal
vez, para nuestro propósito, la más simple sea la triple clasificación de San Pablo: cuerpo,
alma y espíritu.
Cuerpo
Fue Ruskin quien nos dijo que el estudio de la derivación de las palabras trae mucha
luz. La palabra “cuerpo” deriva de la anglosajona “bodig” y significa morada o lugar de
residencia del alma. Arnold Bennett lo llama “La maquina humana”, si bien esta tiene una
velada consciencia elemental propia, aparte de la consciencia superior que lo gobierna
cuando estamos despiertos. Sería exactamente describirlo con las palabras del Maestro K.
H. como “el caballo en el cual cabalgamos”. Es muy útil en la vida recordar a veces que no
somos este cuerpo, que es una cosa maravillosa, la cual usamos temporalmente pero que no
es nosotros mismos.
Hay dos pequeñas prácticas meditativas que nos ayudaran a libertarnos
de nuestros cuerpos.
1) Estamos demasiado acostumbrados al pensamiento de que nuestros cuerpos están
muy separados de todas las cosas, y sin embargo, esto no es así realmente.
Invisiblemente desde su superficie, los átomos y las moléculas están siendo
radiados constantemente, siendo reemplazados por otros desde la atmósfera
circundante. Imaginemos este estado de flujo y que no hay línea demarcatoria entre
nuestro cuerpo y sus alrededores.
2) El pensarnos en términos de este cuerpo tiene un gran efecto sobre la materia sutil
de nuestra propia psiquis, atrayendo la mayor parte de ese cuerpo mas fluido dentro
de la periferia de la forma física, causando así una cierta congestión. Imaginémonos
un aura en lugar de un cuerpo físico. Caminando a lo largo de un camino,
imaginémonos yendo al frente del cuerpo andante.
Alma
La palabra griega que en nuestras escrituras se traduce por “alma” nos da las
palabras “psiquis” y “psicología”. La investigación psíquica es un intento para explorar el
dominio del alma desde el punto de vista de la materia o forma.
La psicología penetra
dentro del mundo de su vida o “consciencia”. Para los fines prácticos, podemos pensar de
ella como ese ser sutil y brillante, replica glorificada del cuerpo físico; cuyos vividos
poderes son el sentimiento y el pensamiento, que sobreviven ala muerte.
Espíritu
Alma y espíritu son a menudo confundidos. Ya en griego ambos son palabras
diferentes, espíritu significa vida, aliento. Dios insuflo dentro del hombre el aliento de vida
y se convirtió en un alma viviente. Este tercer factor es el factor inmortal e imperecedero en
cada uno de nosotros.
Nuestros cuerpos mueren continuamente. De la misma manera,
después de un tiempo largo mueren nuestras propias almas, pero al termino de cada ciclo de
encarnación, sus experiencias son sublimadas e incorporada al interior del hombre inmortal.
El es el “Cristo en uno, la esperanza de gloria”; la “pequeña parte de Dios en el centro de
cada uno de nosotros”, como lord Tennyson lo describió en una carta. El es incapaz de
maldad y es siempre puro; es el ángel en un hombre que nunca dejó el seno del Padre. EI
mas grande pecador, el más ignorante de los salvajes, tienen dentro esa posibilidad divina.
Allí nosotros estamos hechos a imagen y semejanza de Dios; allí siempre somos sus hijos.
Muy en lo profundo reside siempre “el hombre oculto del corazón, en lo no corruptible”. La
Última cosa dentro nuestro no es el pecado sino la Divinidad.
El Objetivo de la Meditación
Aquí encontramos la verdadera meta de la meditación: la auto-realización. Según las palabras de San Ambrosio, debemos “convertirnos en lo que somos”. Debemos descubrir
ese Ser Divino, profundo y oculto que vive en el interior de cada uno de nosotros,
armonizar la mente y el corazón con El y finalmente unificarnos con El. Su conocimiento
es el reino de los cielos dentro nuestro, que “es como un tesoro oculto en un campo que,
cuando un hombre lo ha encontrado, lo oculta, y para gozarlo, el hombre va y vende todo lo
que tiene y compra ese campo”. Pero el campo donde el tesoro celestial esta enterrado es
nuestro propio ser, y el precio que tenemos que pagar para poseerlo es una completa
devoción y una sinceridad total, “...todo lo que él tiene”. Cuando se lo encuentra y realiza,
un aun más amplio y grande descubrimiento nos espera, y es que por convertirnos en uno
con nuestro mas profundo ser misteriosamente nos hemos convertido también en uno con el
más profundo ser de todas las otras cosas vivientes, porque la vida es una en todas partes y
Vida es Dios.
La Visualización de la Meta
Nosotros podemos percibir la meta, pero veladamente, porque aun no la hemos
alcanzado. Estamos en la posición de un niño no nacido aún, o de una flor que todavía no se
ha abierto. ¿Como podrían ellos conocer la gloriosa y brillante inmensidad del mundo en el
que en breve entraran?. La flor siente el calor del Sol y ese calor causa la apertura de su
corazón y desarrollo. Así, “como a través de un vidrio oscurecido”, así también nosotros
vislumbramos la belleza del sol de nuestras almas, y el amor naciente y una incipiente
adoración traen el florecimiento interno. Al principio vemos a Dios, que es Vida, Amor y
Belleza a través de la ventana de un ideal. A medida que miramos y tratamos de vivir en su
luz, la distancia entre nosotros y aquella lejana estrella disminuye, y la ventana a través de
la cual miramos se torna cada vez más grande y bella. “Busca el camino con profunda
reverencia del alma, a la velada estrella que arde en el interior. Invariablemente, a medida
que uno observa y adora, su luz se tornará más fuerte. Entonces uno puede saber que ha
encontrado el comienzo del camino. Y cuando ha encontrado el final, esa luz
repentinamente se convertirá en luz infinita”.
Los Tres que son Uno
Podemos ver nuestra meta desde uno o desde los tres aspectos. Para nosotros uno
quizás parezca más que otro, pero todos son uno. Podemos llamarlos el Padre, el Hijo y el
espíritu Santo. El centro de la divinidad dentro de nosotros mismos es el espíritu Santo, por
siempre individualizado, de larga permanencia en la matriz de nuestra naturaleza humana,
porque nuestra alma y nuestro cuerpo son siempre el Templo del espíritu Santo. Cuando
pensamos en El, lo visualizamos como un Hombre Perfecto, el ideal de nosotros mismos,
en el cual anhelamos convertirnos, el Yo Superior. Otras veces pensamos en Alguien que
ya ha alcanzado aquella meta de auto-realización y Quien, habiéndose convertido en “uno
con Dios”, es de este modo un Mediador, un Salvador, que revela a los hombres la
humanidad de Dios y que también les enseña la divinidad del hombre.
A medida que Lo
contemplamos, su belleza suprema estimula el crecimiento de la misma belleza en nosotros,
es el aspecto Hijo. Finalmente, tratemos de imaginarnos la vastedad y la universalidad de Dios, aquella Vida Inmortal en la cual todas las casas viven, se mueven y tienen su ser. Este
es aquel poder y gloria en el cual los átomos de los Dioses están incluidos, aquello que Jan
Ruysbroek llama “el fundamento o razón de nuestro ser, Dios el Padre. Este ultimo es mas
difícil de visualizar que los otros dos, porque la mente del hombre contempla con dificultad
lo inmensurable.
EI ser humano puede vislumbrar mejor esto a través de una forma cercana
y querida. Por eso el Hijo, el Manifestado es más fácilmente visto que el Padre, el
Inmanifestado. Sin embargo, estos tres son Uno. El Yo Superior es uno con el Maestro,
como El es uno con Dios. “Ninguno esta delante o detrás del otro”, y de acuerdo con
nuestro temperamento, contemplamos a uno o a otro con mayor inclinación.
EI Ascenso al Monte Carmelo
Este, a la sazón, es el propósito de la meditación, el ascenso hacia la cima de nuestro
propio ser, esa pura y serena altura sobre las nubes de la ilusión, donde reina Dios el Bello,
o para usar otro símil, es “sumergirse en las gloriosas y misteriosas profundidades del
propio recóndito ser” donde lo profundo llama a lo Inmortal Profundo externo, y siempre
busca ese océano que es a la vez fuente y meta de su ser. “Dios en nuestras profundidades
recibe al Dios que viene hacia nosotros; es Dios contemplando a Dios, Dios en Quien
moran la Salvación y la Paz”. El símil de la montaña es frecuentemente usado por escritores
místicos. “Quien ascended el monte del Señor?.
El que tenga las manos limpias y el
corazón puro”. Cuando nuestro Señor “subió al monte, aparte, para arar”, tal vez no fue a
una montaña física sino a las alturas de su propia consciencia interna.
El afianzamiento de
la mente sobre estos altos y sublimes tópicos produce una sucesiva elevación y purificación
de la consciencia. Esto es respondido por la vibración más rápida de los vehículos de la
consciencia, originando un refinamiento gradual de la materia que los constituye. Por eso es
que el hombre de meditación crece refinado, puro y noble. Su alma crece y alza el vuelo
hacia la Estrella de su ser. En el Capitulo siguiente consideraremos las alas con las cuales él
vuela.
Clara M. Codd
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