sábado, 8 de junio de 2019

Meditación: Su Práctica y Resultados - Las Alas del Alma.



Sabemos que tenemos una naturaleza dual: algo en nosotros apunta siempre hacia arriba, como una llama, y algo siempre hacia abajo, como una gota de agua. Una es nuestra naturaleza divina, la otra es nuestra naturaleza humana. Sin embargo, de la conjunción de las dos, que parecen incompatibles, algún día nacerá en nosotros el futuro Cristo, el Uno Perfecto. Como Robert Browning lo describió en “Una muerte en el desierto”:

“Varias personas se muestran en cada hombre
Tres almas que hacen una sola, a saber: primero
Un alma para cada una y todas las partes corporales que
Allí están establecidas y funcionan; es LA QUE ACTUA;
Se vale de la tierra y tiende a hundir al hombre, pero
ascendiendo, aconsejando,
Crece dentro y crece mas adentro,
EI alma siguiente, la que, asentada en el cerebro,
Utiliza a la primera en su uso conjunto
Y es la que siente, piensa, quiere; es LA QUE SABE;
La que, a su vez, ascendiendo debidamente
Se convierte, más y más
En la tercer alma, que utiliza a las dos primeras
y que perdura, existan a no aquellas,
y que constituyendo el yo del hombre, es LA QUE ES,
y que, apoyándose en las anteriores, las hace actuar
Como la que actuó al principio; y tendiendo a lo alto
Se aferra a y es sostenida por Dios, e inclina al hombre
A lo alto hasta aquel temible punto de relación
En que ya no necesita un lugar, porque retorna a EL.
La que ACTUA, la que conoce y la que ES; tres
Almas, un hombre”.

(Traducción literal de los respectivos versos ingleses. N. del T.).
Robert Browning



El cuerpo confina al hombre abajo, aquí en la Tierra; el espíritu lo confina arriba, siempre en el Cielo. Equidistante de los dos, yace el principio fluídico, el Alma. Ella tiene dos grandes poderes, los cuales, en su esencia se convierten en las alas con las que vuela: pensamiento y sentimiento. Normalmente esas alas están maniatadas a los intereses de la Tierra; pensamientos y sentimientos se centran y giran alrededor de los objetos y acontecimientos de la vida terrena. La meditación es un método para poner en libertad aquellas alas, fortificándolas para que algún día puedan intentar el inmortal “vuelo del solitario al Solitario” y convertirse para siempre en uno con el Ser Espiritual.

Cuando esto se haya cumplido en algún grado, la personalidad toda se acrecentara en dignidad y poder, porque la Naturaleza Espiritual en nosotros es la fuente de todo amor, alegría y paz, así como de toda verdadera comprensión y poder. Y el Ser Espiritual está allí todo el tiempo, y si nos tomáramos el trabajo de descubrirlo y desarrollar Sus medios de expresión, Lo pondríamos en acción. El saber que el profundo Yo esta ahí nos da un gran sentimiento de quietud y equilibrio. No debemos esforzarnos tras aquello que no somos. Debemos convertirnos en lo que somos.

La Verdad esta en nosotros. No surge
De cosas externas, de cualesquiera que pienses.
Hay en nosotros un centro, el mas recóndito,
En el que mora la Verdad en plenitud, y conocer
Mas bien consiste en buscar un camino
De escape para la gloria aprisionada
Que efecto de una entrada de luz
Supuestamente externa.

                           (Traducción literal de los respectivos versos ingleses. N. del T.).
                                                                 Robert Browning

Consideremos cada ala separadamente, con sus poderes peculiares.



La Mente: Memoria

 La mente tiene tres poderes principales: memoria, comprensión e imaginación. Siempre es una ayuda para la comprensión y el control de cualquier principio de nuestro ser el ponernos, en pensamiento, aparte de él; así, imaginemos la mente como una luz interior que nos muestra el camino, como una linterna que llevamos en la ruta obscura de la vida. Esta es realmente la única luz que tenemos para señalar ese camino. Ella puede ser amplia y brillante en una parte, pequeña y fluctuante en otra, pero es siempre suficiente para mostrarnos el próximo paso. Cuando dirigimos esta luz de la mente detrás nuestro, sobre el sendero que hemos ascendido, estamos mirando dentro de la región de la memoria. La luz ilumina sólo un pequeño arco de la gran ruta que quedo atrás, que se extiende a través de muchas vidas y que constituye la totalidad de nuestro ser subconsciente.

 Está bien el hacer esto, cuando dejamos a la memoria reposar en cosas queridas y atractivas, no deseando que ellas estuvieran aun con nosotros, con pesar, sino gratamente, dándonos cuenta que su esencial atractivo es ya parte de nosotros para siempre. Muy a menudo nos aferramos a una alegría pasada, o a una amargura pasada, y en tanto nos apeguemos a ellas, no las haremos espiritualmente nuestras y aprendido su lección. Este sería particularmente el caso con los fracasos pasados si pudiéramos ser lo suficientemente esforzados para aprender su lección y permitirles alejarse: “Dejad que los muertos entierren a sus muertos y seguidme”, al Cristo interior, al Ideal.

Ni tampoco deberíamos vivir recordando injurias y desaires pasados. “La recta memoria”, de cosas nobles, es una de las cualidades del Noble Octuple Sendero de Buddha. La memoria debe ser usada al terminar la meditación para fijar en la mente su más profunda impresión, más clara comprensión y su más importante determinación. La memoria también podría ser usada al comienzo para recordar el objeto de la meditación antes de empezar, de otra manera, al igual que un viajero que comienza a escalar una montaña y olvida su meta, podríamos extraviarnos por senderos laterales.


La Mente: Imaginación

Cuando la luz de la mente es dirigida hacia adelante de nosotros, contra la corriente del tiempo, en lugar de corriente abajo, estamos fijando la mirada dentro del mundo de los ideales. Este mundo parece irreal para algunos; sin embargo, su poder en la formación del carácter y destino es ilimitado. Vemos allí con la luz de la imaginación. “Solamente imaginación”, dirán algunos, no tomando conciencia que allí un hombre se ve a sí mismo veladamente en el futuro. De acuerdo a su naturaleza inherente, a su Dharma innato, así modelará el hombre las imágenes que son sus ideales y en cada hombre ellas serán diferentes y únicas. Las formas, las concepciones que el crea y ve, no son las cosas mismas, sino las “ventanas a través de las cuales” el contempla el Infinito y a través de las que, a la vez, el Infinito mira hacia el. Esas ventanas cambian, crecen en amplitud y en belleza, permitiendo cada vez más que la luz del Cielo entre al Alma. Y en la medida en que un hombre contempla su ser sensitivo interno, asume mas y mas la semejanza con aquello que el contempla. 
Esta es la razón de la práctica de la contemplación. Un hombre crece por amor y pensamiento a semejanza de lo que el adora y ve.

“Yo contemplé,
“De ojo a ojo, como en instantáneo mandato,
“Una fugaz semejanza con el Rey”.

La mente: Comprensión La luz de la mente, mantenida brillando constantemente sobre el sitio en que estamos en ese momento, es concentración. Su fruto es la comprensión. Puede ser una idea difícil, un plan a seguir, una persona cuyas acciones son extrañas; solo hay que tomar tiempo y paciencia para permitir que la luz de nuestra mente brille sobre ellos y un rayo de iluminación e inspiración se producirá pronto. La comprensión nacerá. Uno de los resultados de la meditación es el incremento de la comprensión. Ello significa crecimiento del carácter y del poder. Esto es siempre el producto de un pensamiento profundo. En realidad, podríamos describir un aspecto de la meditación como “ponderación”. ¡Cuan sabia era la Madre de nuestro Señor!.

Cuando ella escucho cosas maravillosas, las que tal vez al principio no comprendió, no las discutió ni las rechazó. “Guardó esas cosas y las consideró en su corazón”. Nosotros haríamos bien en reflexionar acerca de los pensamientos de los grandes libros que nos llegan acerca de ideales que agitan y mueven nuestros corazones, sobre el carácter y buenas acciones de los demás, y sobre todo, acerca de la Vida, el gran Libro de las experiencias de la Vida, que podemos aprender a comprender y cultivar. Estos son los tres poderes que la mente pone en juego. Dirigidos a Dios, el místico cristiano llamaría a su empleo plegaria mental. Como esta ala entra en acción antes que la otra, la plegaria del corazón, su uso es muy característico de la primera parte de la jornada, el Camino Purgativo.

El Corazón: Fe

El corazón, lo mismo que la mente, también se mueve en tres direcciones. Nunca será demasiado el énfasis que se ponga sobre la necesidad de desarrollar la emoción pura, fuerte y vital. El corazón es casi más importante que la mente. En verdad, uno de los principales usos de la mente es crear los pensamientos e imágenes que evoquen la más pura y más grande emoción. Un gran sentimiento es purificador y unificador. Por amor solamente, si es lo suficientemente puro y fuerte, un hombre puede escalar las alturas del paraíso y encontrar al Dios de su alma. Por lo tanto, estimulemos al amor y todas sus variantes, tales como la admiración, el aprecio y la solidaridad. EI amor es la sangre vital de nuestras almas; sin él un hombre esta muerto. Como dijo Wordsworth:

“Nosotros vivimos por admiración, esperanza y amor”:
“Y así cuando éstas están bien y sabiamente fijadas”,
“Ascendemos en dignidad de ser”.


El amor, creciente en completa confianza y devoción hacia aquello que esta arriba nuestro es fe, en su divina intuición es la “evidencia de las cosas que no se ven”. Si no se da la confianza, a pesar de cualquier semejanza exterior, no es amor. La grandeza y la belleza no pueden ayudarnos si mantenemos cerrada la puerta de nuestros corazones. “A menos que haya una perfecta confianza no puede establecerse el perfecto flujo de amor y poder”. 

  El Corazón: Caridad 

El amor, mirando a toda la vida que nos rodea, se esfuerza por comprender, por servir, por estimar, lo que significa que esta buscando la unión con la Vida en otros, y eso es Caridad, dejando de lado, siempre desde el punto de vista de la eternidad, una multitud de insignificantes pecados. No podremos buscar la Vida en Dios a menos que busquemos también la unión con la Vida en nuestros semejantes; por eso, el que dice “yo amo a Dios” y odia a su hermano es un mentiroso. 

El Corazón: Esperanza 

Hay todavía otra cosa que nosotros debemos aprender, es amarnos rectamente a nosotros mismos. Amarnos rectamente a nosotros mismos es creer en nosotros mismos, en nuestro poder inherente para vencer todo lo maligno, todas las frustraciones. En verdad, como dijo la Dra. Annie Besant una vez: “No hay fracasos, excepto cuando dejamos de esforzarnos”. El catolicismo romano considera a la desesperación como uno de los siete pecados mortales que matan al alma. Su virtud opuesta es la esperanza, la intuición del ser inmortal en el interior, que sabe “que los hombres pueden ascender sobre los escalones de sus “yoes” muertos hacia cosas mas elevadas.” Dudar, desesperarse, es dudar esa divinidad interior. Por eso, “Dios te perdonará todo, excepto tu desesperación”. Estos son los tres fuegos del corazón, encendidos y aventados por el uso correcto de la mente. Dirigidos a Dios, ellos se convierten en la plegaria del corazón, plegaria efectiva, y por causa de su creciente y mas fuerte uso, provoca una menor discursividad mental y una fuerte estabilización de toda la naturaleza en una dirección interna; esta es, en gran manera, la plegaria del Camino Iluminativo. 

El Primero de los Estados Místicos de Conciencia

Después de una larga practica con estas dos formas de aspiración, las alas del alma crecen fuertes, se ponen bajo control y aprender a remontarse. Día tras día ellas vuelan hacia el cielo de sus deseos. Día tras día ellas se vuelven mas sinceras, cándidas y confiadas, porque la sencillez de la mente y la pureza, es decir, sinceridad de corazón, significan que la naturaleza toda esta orientándose gradualmente en una dirección suprema. Debido a que el ojo interno está creciendo sincero, puro y recto, todo el cuerpo se está llenando de luz. Todos quienes prosigan con la meditación encontraran, a medida que su práctica se profundiza, que tienden cada vez menos a la discursividad de la mente y del corazón. La mente se hace firme en sí misma, el corazón se profundiza y se alcanza un punto en el cual se logra un equilibrio que puede ser mantenido indefinidamente. ¿Han visto alguna vez a un pájaro volando alto, muy alto en el aire?. 

De pronto detiene el batir de sus alas y se remonta, equilibrado, en el cielo, hacia el empíreo. Así, en la inspiración puede llegar un momento en el que el pensamiento no puede ir mas alto, el amor ha tomado totalmente al hombre y el alma, apacible, equilibrada, concentrada, mira, escucha y espera. Sencilla y dulce, esta es la “plegaria de la atención simple”. Solo un deseo brilla en el corazón, solo un pensamiento sostiene la mente, y la intuición del espíritu despierto contempla, dentro de la obscuridad que muy pronto se convertirá en Luz. Esta Luz se sumerge en la “plegaria de la quietud”, donde una respuesta, aparentemente desde afuera, desciende en abrumadora gloria, ternura y belleza sobre el alma iluminada. El alma se ha preparado para, y esperando a, su “Señor”, y El se inclina y la eleva hacia los eternos brazos de la Bienaventuranza. Este es el comienzo del Sendero de Unidad, y el primero de los estados místicos de la conciencia.

Clara M. Codd

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