miércoles, 15 de mayo de 2019

LA ALONDRA




Cuando en una mañana de Primavera suena el canto de la alondra y se distingue, debajo de la bóveda azul y luminosa del cielo, un punto parduzco que agita sus pequeñas alas sin descender ni elevarse, como si estuviese fijo en ese lugar, el CORAZON del hombre cesa de latir, tan grande es la admiración por ese pe-queño milagro. Entre los surcos de tierra labrada, rojiza y color de malva, olorosa de vigor, en algún sitio, en la sombra, está escondido el nido de ese pájaro cantante, nido frágil, hecho con briznas muy secas. 

Animado pájaro que origina con su canto lo que la hembra en la tierra empolla con el calor de su pequeño cuerpo y con sus plumas suaves, formando una armonía completa unida por Dios. Es así que ese cuerpo situado entre los surcos, y esa pequeña “coma” que descansa en el arco azulado del cielo, esos dos puntos están unidos el uno al otro por una correspondencia misteriosa, semejante a la del arco y del violín: sonido y resonancia. Somos los testigos, durante esos días de Marzo o de Abril, de un cambio de palabras sagradas y muy modestas, entre la TIERRA y el CIELO. 

¿Es esa la imagen del HOMBRE, sumido en una meditación tan ferviente como vasta, que es al mismo tiempo un ascenso hasta la idea Divina (una “Unión Mystica”) y un descenso en los fondos de la materia? ¿Es una iluminación y una penetración sagrada en las tinie-blas para iluminarlas? 

¿Es una palabra del hombre verdadero del “ECCE HOMO” fiel al espíritu, que es al mismo tiempo responsable y fiel a todas las envolturas carnales, dicha al mundo del crepúsculo? 
¿Es una semejanza llena de imágenes de la FRENTE HUMANA con dos rayos de Moisés inclinados como dos manos elevadas hacia el Cielo en una Oración muy ardiente? 
Parece una inmensa antorcha, un faro luminoso, hecho con pensamientos humanos y dirigido hacia la Eternidad. 

¿Es esa FRENTE que irradia, esa inmensa antorcha que se alza hacia el infinito, pero que al mismo tiempo y conjuntamente, emana otros dos rayos hacia abajo, concentrados en una lanza que pasa su punta en la espalda del DRAGON que se arrastra? ¿Es esa la devoción pura e infantil de un pajarito muy humil-de (que canta su amor extremo), inmovilizado por la luz (volando en el mismo lugar), y que bendice la pequeña clueca de sus polluelos, acurrucado entre los surcos fríos aún del invierno, esa hembra alondra que vive para perderse como una semilla insignificante, aceptada por el seno de la Tierra Madre, que va a centuplicarse desde el Verano hasta el Otoño? 

Eres tú, Tú, mi amigo, el más grande, es tu chispa espiritual en los abrazos celestes. 
Tú, el que debe abrazar toda esta tierra y al mismo tiempo encarnar la idea más luminosa durante esos días oscuros de la historia. Tú, Sacerdote divino y Labrador trágico. A través de tu pobre persona tan ciega, Dios mismo querría contemplar todos los callejones sin salida de aquí abajo y ... por tus oídos oír la queja de los miles de seres que andan a tientas en la oscuridad. 
Pero, te veo también como esa alondra hundida en el azul transparente, que hace recordar al hombre que es el mandadero de la luz invisible que viene de arriba. 

Pájaro único y lleno de gracia, cuya hembra tanto se olvida de sí misma, y que es semejante a una pequeña porcelana insignificante. A tí, Maestro, Amigo! hombre verdadero de esos tiempos tan difíciles, unión de lo terrenal y de lo celeste, de la claridad que viene de las estrellas y de las sombras de la naturaleza separada de Dios. A tí, Gran Servidor de esta doble tarea, me atrevo a dedicar estas páginas, estas estrofas, originadas de un diálogo entre las alturas y lo bajo. 
Diálogo entre el Sol que no se ve con los ojos y ... el otro aspecto de Dios, escondido en las entrañas del mundo creado y petrificado: 
A ti te ofrezco este pobre cántico.