En cierta región de un bosque vivía un león llamado Kharanakhara que
corriendo un día hambriento por todas partes no pudo cazar ninguna
bestia.
A eso de la puesta del sol, llegó a una gran cueva, entró en ella y pensó:
—Seguramente que algún animal vendrá a pasar la noche en esta cueva;
de modo que me voy a quedar aquí escondido.
Estando allí en tal situación, llegó el dueño de la cueva, que era un chacal
llamado Adhipuchchha, el cual miró y vio las huellas del pie de un león
que había entrado y no salido de la cueva. Entonces pensó:
—¡Ah!, perdido estoy; seguramente que aquí dentro hay un león.
¿Qué
hago? ¿Cómo he de huir?.
Pensando así y sin moverse de la puerta empezó a gritar:
—¡Eh, caverna! —Dicho esto, añadió de nuevo
— ¿ignoras que tienes un
pacto conmigo, según el yo te he de hablar al venir de fuera y tú me has
de responder? Si no me respondes, pues, me voy a otra gruta.
El león al oír esto pensó:
—Sin duda que la caverna invita a éste siempre que viene y hoy se calla
por temor a mí. Pues se ha dicho esto:
"Cuando el miedo oprime el corazón, quedan sin poder obrar las manos,
los pies, la lengua y demás; el temblor es el único que domina".
Voy, pues, a llamarle yo para que entre y me sirva de comida.
Habiéndolo pensado así, le llamó.
El rugido del león llenó todo el ámbito
de la caverna, retumbando en ella cien veces; de tal modo, que puso en
fuga hasta las bestias que estaban lejos.
El chacal huyó enseguida a todo
correr y recitó esta zloka:
—"Quien procede con cautela vive feliz, y no vive el que obra sin
discernimiento.
Yo me he hecho viejo viviendo en el bosque, y nunca he
oído que una cueva hable"
PANCHATANTRA
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