sábado, 24 de septiembre de 2016

El mosquito o el padre

 


Érase una vez un hombre honrado y su hijo, un poco ingenuo. Este hijo era muy honesto y muy respetuoso hacia su padre. Siempre le seguía por todas partes. Un día de verano, en la montaña, cuando los dos dormían sobre la hierba del bosque, un mosquito fue a posarse sobre la cabeza del padre.
El hijo se despertó. Era muy amable con su padre. Por eso cogió un bastón y golpeó al mosquito.
El mosquito se fue volando, pero su padre se quedó muerto. Es un koan.(un problema a resolver) Se odia al enemigo. El enemigo huye y el padre muere. Esto es parecido a admirarse a sí mismo y hacer pedazos a los demás. En la época moderna, esta es una actitud muy corriente, sobre todo en los políticos, en los hombres de estado. Es la crisis moderna.

 (Extracto de: El Cuenco y El Bastón )

jueves, 22 de septiembre de 2016

Amor, Miedos, Riesgos?


La ca­paci­dad de cre­cer más al­lá de lo que hoy so­mos se lo­gra re­belán­donos con­tra la dulce mono­tonía sin ame­nazas in­sta­la­da en nues­tras vi­das y ar­ries­gán­donos en lucha sin cuar­tel por lo que quer­emos. ¿Quién osa que­jarse de lo que no tiene, si nun­ca es­tu­vo dis­puesto a ex­pon­erse en for­ma al­gu­na para al­can­zar­lo?

¿Ries­gos? ¿Para qué? Cualquiera ca­paz de asumir un ries­go será toma­do hoy en día por ilu­so, in­ca­paz de asumir aún la mecáni­ca re­al de la vi­da.

Lo ra­zon­able es la se­guri­dad y la es­ta­bil­idad ab­so­lu­tas. No colo­carse en dis­posi­ción de perder jamás el pie, y con el­lo el equi­lib­rio.

Hoy lo que se es­ti­la es la gente que en­tiende que…
Hac­er al­go por al­guien es ar­ries­garse a in­volu­crarse.
Ex­pre­sar sen­timien­tos es ar­ries­garse a mostrar nue­stro ver­dadero yo.
Ex­pon­er nues­tras ideas y nue­stros sueños es ar­ries­garse a perder­los.
Reír, ar­ries­garse a pare­cer ton­to.
Llo­rar, ar­ries­garse a pasar por sen­ti­men­tal.
Amar, ar­ries­garse a no ser cor­re­spon­di­do.
Es­per­ar, ar­ries­garse a de­ses­per­ar.
Atre­verse y lan­zarse, ar­ries­garse a fal­lar.
En defini­ti­va, vivir es ar­ries­garse a morir.
(Anón­imo).

To­do el mun­do sabe es­tar bi­en. No hay di­fi­cul­tad en el go­zo y el plac­er. El ver­dadero val­or es la ca­paci­dad de son­reír a través del do­lor.Cuan­do tus bo­tas se llenen de llu­via y la de­cep­ción te llegue a las rodil­las, ten val­or y agradéce­lo. Te es­tás ha­cien­do más fuerte y mejor.Sé fuerte y va­liente. Los prob­le­mas temen a quien los afronta. Créeme: es mejor en­con­trar el val­or para luchar que la fuerza para cor­rer.El miedo es ilu­so­rio, no puede vivir. El val­or es eter­no, no puede morir.Val­or es poder de­jar ir lo cono­ci­do y aden­trarte en lo que de­scono­ces. Es difí­cil, in­có­mo­do y ar­ries­ga­do, pero el pre­mio es re­nac­er.Cora­je es na­da menos que el poder de vencer el peli­gro, la des­gra­cia, el miedo y la in­jus­ti­cia, sin de­jar de afir­mar la belleza de la vi­da.Ga­narás fuerza, cora­je y con­fi­an­za en ca­da ex­pe­ri­en­cia en la que seas ca­paz de mi­rar al miedo de cara. No re­húyas el hor­ror, oponte a él.A caer y lev­an­tarte, fra­casar y volver a em­pezar, hal­lar el do­lor y ten­er cora­je de afrontar­lo, no lo llames ad­ver­si­dad, llá­ma­lo sabiduría.No es miedo a las al­turas, es miedo a la caí­da. No es miedo a ju­gar, es miedo a perder. No es miedo a de­cir TE AMO, es miedo a la re­spues­ta.No ten­gas miedo de tus miedos. No es­tán ahí para asus­tarte. Es­tán ahí para hac­erte saber que al­go vale la pe­na. ¡Ve a por el­lo!

"Un bar­co se en­cuen­tra se­guro en su amar­ra del puer­to. 
Pero no ha si­do con­stru­ido para eso, sino para hac­erse a la mar"

No re­nun­cies al amor so­lo porque no haya fun­ciona­do antes y re­cuer­da que nun­ca es­tás heri­do por el amor que das, sino por el que es­peras.La vi­da es os­curi­dad sin pasión. Y la pasión, cie­ga sin conocimien­to. Y el saber, vano sin tra­ba­jo. Y to­do, in­servi­ble si no hay amor.Nace­mos con amor; el miedo lo apren­de­mos aquí.La in­difer­en­cia es una for­ma de pereza, y la pereza, uno de los sín­tomas del de­samor. ¡Nadie es haragán con lo que ama!Re­sul­ta de­sco­ra­zon­ador pen­sar que to­do ob­je­to de plás­ti­co du­ra mu­cho más que cualquier amor eter­no.El amor no siem­pre es lo que parece: hay per­sonas que fin­gen amarse to­da la vi­da y otras que en to­da la vi­da ad­mi­tirán que se aman.El amor que más tiem­po per­manece en el corazón es el que no se de­vuelve. Si te aman y amas, ama. No si­len­cies jamás el amor que sientes.Los efec­tos bené­fi­cos del amor: amar te da cora­je; que te amen, fuerza. Y por el­lo, si amas y te aman, te creerás ca­paz de to­do… y lo serás.No cono­cerás la fe­li­ci­dad has­ta haber ama­do de ver­dad y no en­ten­derás lo que es real­mente do­lor has­ta que no hayas per­di­do ese amor.El pro­ce­so de re­cu­peración puede pare­cer in­ter­minable, pero con el tiem­po el amor te reen­con­trará. So­lo ocú­pate de su­tu­rar bi­en la heri­da.

Ignacio Novo

sábado, 17 de septiembre de 2016

VIVE




«La vi­da no es com­pli­ca­da. Nosotros so­mos com­pli­ca­dos. La vi­da es sim­ple, y lo sim­ple es lo cor­rec­to»
OS­CAR WILDE

 Si sabe­mos que la vi­da no es una car­retera llana, sino re­ple­ta de al­tiba­jos, y en la cual unas ve­ces estare­mos cer­ca del cielo y otras a oril­las del in­fier­no, ¿por qué nos ago­bi­amos cuan­do de­scen­de­mos, o an­tic­ipamos un pron­to fin cuan­do es­ta­mos ar­ri­ba? ¿Por qué no nos limi­ta­mos a gozar los buenos mo­men­tos, sin más, y a so­brell­evar con serenidad los pe­ores?

Y así po­dríamos con­tin­uar ad eter­num. Si sabe­mos que nadie tiene la razón ab­so­lu­ta, ¿por qué nos con­trari­amos ante los ar­gu­men­tos de otros si no co­in­ci­den con los nue­stros? Si el pasa­do, pasó, ¿por qué nos em­peñamos en volver a él cuan­do na­da po­dremos hac­er jamás para cam­biar­lo? ¿Por qué vivi­mos en el fu­turo, co­mo si en él es­tu­viera la solu­ción defini­ti­va para nue­stros males, de­spre­cian­do el «pre­sente con­tin­uo» con­stan­te­mente? ¿Por qué si nadie es in­fal­ible evi­ta­mos per­donarnos er­rores a nosotros mis­mos y nos sen­ten­ci­amos por tales er­rores a una con­de­na de la que no quedamos nun­ca ab­suel­tos?

Un ami­go me decía que en­vidi­aba la ca­paci­dad de los GPS para re­cal­cu­lar su rum­bo tras una equiv­ocación, sin re­proches ni mi­rar atrás. Creo que a to­dos nos gus­taría dispon­er «de se­rie» de esa prác­ti­ca cual­idad.
No hag­amos nues­tra ex­is­ten­cia más ar­dua y la­bo­riosa de lo que ya es. Si lo pien­sas bi­en, so­lo se tra­ta de «es­tar» en este mis­mo mo­men­to, aho­ra mis­mo, sin hac­er proyec­ciones ha­cia ese fu­turo que planteas tan fe­liz (na­da más sen­cil­lo que pon­er la fe­li­ci­dad al­lá donde no la ve­mos), ni va­gar por ese pasa­do in­sat­is­fe­cho al que si te dier­an la más mín­ima opor­tu­nidad (que no te la van a dar, ya te lo di­go yo) cam­biarías de as­pec­to de ar­ri­ba aba­jo.

 En las re­li­giones in­dias un acharya es un guía o in­struc­tor en ma­te­ria re­li­giosa, o un hom­bre muy sabio, o el tí­tu­lo que se otor­ga a los hom­bres cul­tos.

La aten­ción cor­rec­ta (Or­den Acharya de bud­is­mo chan/zen, según un tex­to apócri­fo que se dis­tribuye en­tre los alum­nos bud­is­tas):

¿Abriste? Cier­ra.¿En­cendiste? Apa­ga.¿Ataste? De­sa­ta.¿En­su­ci­aste? Limpia.¿Us­as al­go? Trá­ta­lo con car­iño.¿Lo romp­iste? Repáralo.¿No sabes ar­reglar­lo? Lla­ma a al­guien que sepa.¿Vas a us­ar lo que no te pertenece? Pi­de per­miso.¿Pediste presta­do? De­vuelve.¿No sabes có­mo fun­ciona? No in­ter­ven­gas.¿Es gratis? No lo des­perdi­cies.¿No te lla­maron? No te en­trometas.¿No lo sabes hac­er mejor? No cri­tiques.¿No vin­iste a ayu­dar? No per­turbes.¿Prometiste? Cumple.¿Ofendiste? Dis­cúl­pate.¿No te pre­gun­taron? No opines.¿Lo di­jiste? Asúme­lo.

Decía el es­critor y filó­so­fo Fer­nan­do Sa­vater: «El se­cre­to de la fe­li­ci­dad es ten­er gus­tos sen­cil­los y una mente com­ple­ja; el prob­le­ma es que a menudo la mente es sen­cil­la y los gus­tos son com­ple­jos». Mi con­se­jo, si lo quieres, sería este: sim­pli­fi­ca, sin­te­ti­za, re­duce, amino­ra, abre­via, no com­pliques na­da. La vi­da es el­emen­tal; es la for­ma en que la vivi­mos lo que la hace in­de­scifrable.

Re­flex­ión fi­nal: «Lo ma­lo de la vi­da es que no es lo que creemos, pero tam­poco lo con­trario» (Ale­jan­dra Pizarnik).

Píl­do­ras de sabiduría

¿Una bue­na for­ma de aprovechar tu vi­da al máx­imo? Pon en número las pues­tas de sol que crees que te quedan por vivir. No son tan­tas, ¿ver­dad?¿El mejor sueño? Soñar que vivirás mien­tras es­tés vi­vo y que no morirás sino so­lo cuan­do ya es­tés muer­to.Es nues­tra úni­ca vi­da.(Aqui) El uni­ver­so con­tin­uará in­difer­ente a nues­tra breve ex­is­ten­cia. No de­jes que nadie te robe la ale­gría.Cuan­do un día piens­es que to­do te es­tá salien­do mal, ra­zona y pon las cosas en su sitio: es so­lo un mal día, no una mala vi­da.La aven­tu­ra de la vi­da es apren­der; su propósi­to, cre­cer; su nat­uraleza, cam­biar; su se­cre­to, atre­verse, y su de­safío, su­per­arse.

¿Vives?Hablam­os en dos id­iomas: «¿Qué temo?» y «¿Qué amo?». El que ha­gas prevale­cer en tu vi­da de­ter­mi­nará el tamaño de tu fe­li­ci­dad y de tu éx­ito.Tó­mate un respiro. To­do con­tin­uará ahí cuan­do vuel­vas a en­cen­der­lo. No piens­es siem­pre en lo sigu­iente; la vi­da tran­scurre so­lo en el pre­sente.La muerte no es la pér­di­da más grande de la vi­da. La may­or pér­di­da es lo que muere den­tro de nosotros mien­tras vivi­mos.Es­ta vi­da te pe­ga duro y, a ve­ces, has­ta te patea el es­tó­ma­go, pero eso es so­lo para recor­dar a tus pul­mones lo im­por­tante que es res­pi­rar.Mi vi­da no es per­fec­ta, pero mi ob­je­ti­vo no es la per­fec­ción, sino la fe­li­ci­dad... aun mod­es­ta, aun a ratos, aun en soledad, aun im­per­fec­ta.

Ignacio Novo

domingo, 11 de septiembre de 2016

Ac­er­ca de la vi­da



No es lo que haces, sino có­mo lo haces.Si no es­tás reci­bi­en­do las re­spues­tas que bus­cas, hazte mejores pre­gun­tas.Cuan­do te conoz­cas a ti mis­mo, es­tarás siem­pre en casa.El fra­ca­so es una ac­ti­tud, no un re­sul­ta­do.Na­da es eter­no, ni siquiera los prob­le­mas.En la vi­da te tratan tal y co­mo tú en­señas a la gente a tratarte.Lo que ves siem­pre es­tá tamiza­do por el fil­tro de lo que sientes.No pre­tendas cam­biar a nadie más que a ti mis­mo. Es al úni­co al que po­drás cam­biar.

El sa­bor de la vi­da es­tá en tu pal­adar.No te merece quien te las­ti­ma.¿Cuán­tas ve­ces has oí­do ya que lo más valioso de tu vi­da jamás lo po­drás com­prar?Se puede em­pezar con na­da. Y de la na­da, de al­gu­na man­era, una for­ma se hará.Bus­ca lo bueno de lo ma­lo. Lo fe­liz de lo triste. La ganan­cia en el do­lor.El pasa­do es un sitio de ref­er­en­cia, no un lu­gar de res­iden­cia.Si no te planteas hac­er­lo de otra man­era, no ten­drás opor­tu­nidad de hac­er­lo mejor.No nece­si­tas a nadie que te ha­ga fe­liz, sino a al­guien con quien com­par­tir fe­li­ci­dad.No an­ticipes tribu­lación al­gu­na. El prob­le­ma que pien­sas no es el prob­le­ma que es.No de­jes que nadie te ha­ga sen­tir que no mere­ces lo que quieres.No piens­es en lo que no tienes. Pien­sa en lo que puedes hac­er con lo que hay.Sé tú e in­ten­ta ser fe­liz, pero so­bre to­do sé tú.

Con la úl­ti­ma prop­ues­ta quizá ya sería bas­tante.


Re­flex­ión fi­nal: «Tra­ta de apren­der al­go de to­do y to­do ac­er­ca de al­go» (Thomas Hux­ley, biól­ogo británi­co).