«Nuestra misión en la tierra es descubrir nuestro propio camino. Nunca
seremos felices si vivimos un tipo de vida ideado por otra persona»
JAMES VAN PRAAGH
¿Hacer lo que uno ama hacer, o hacer lo que el resto considera que
debemos hacer porque es mejor para nosotros? Lo primero, y aunque hayas de
avanzar en la más completa soledad y no cuentes más que con el soporte que
tú mismo seas capaz de darte, y aun arrostrando penurias y sacrificios,
te colmará de satisfacciones. Lo segundo, y aunque tengas mil apoyos que
allanen la dificultad del camino, te frustrará, porque te hará esclavo
de una existencia lejana a tus deseos, intereses e ilusiones más puros y
reales.
Hay expectativas ajenas que algunos adoptan como propias, no sé si
por conformismo o por un incomprensible pánico a desagradar. Y así, van
eligiendo, por ejemplo, no lo que les gustaría estudiar, sino aquello que
sus padres deciden por ellos que han de aprender. Escogen pareja en
función del impacto, positivo o negativo, que cause en su entorno o,
incluso, van moldeando su carácter para encajarlo en determinados
ambientes, despreciando y anulando su genuina forma de ser y con el
afán de no desentonar con lo que otros esperan de ellos. ¿Pero quién es
alguien fuera de ti mismo, te planteo, para establecer lo que debes o no
debes ser, lo que has de estudiar o no, o de quién o de quién no te has de
enamorar?
Las etiquetas acaban por definir a quienes marcan, y alguien a quien se
tilda de inteligente o de bondadoso o de formal o de perverso… o del
concepto, cualquiera que sea, que le haya endilgado su entorno, cargará
para siempre con ese estereotipo, a no ser que se rebele y haga algo al
respecto.
El mayor peligro es que el papel asignado por otros resulte cómodo y
no se pretenda nunca romper la cadena invisible que nos ata a esa
personalidad irreal: «¿Esto es lo que quieren que sea? Pues bien, eso
seré», dice aquel que se rinde y renuncia a ser él mismo, plegándose al
estereotipo que le adjudica el resto.
En el bosque, había un árbol torcido y un árbol recto. Cada día, el
árbol recto decía al árbol torcido: «Mírame... Soy alto y esbelto. Soy
guapo. Mira sin embargo tú... tú estás por completo torcido y doblado;
acabado antes de crecer. Nadie quiere verte». Y se criaron en el bosque
apenas separados unos metros el uno del otro. Un buen día vinieron los
madereros y vieron juntos al árbol torcido y el árbol recto, y se
dijeron: «Cortemos solo los árboles rectos y dejemos el resto». Así que
los madereros transformaron todos los árboles erguidos en tablones de
madera, palillos de dientes y papel. Y el árbol torcido aún sigue ahí,
cada vez más fuerte y extraño.
Tom Waits
Y ahora y después de leer todo esto: ¿vas a ser tú de una vez?
«Normal no es nada más que un ciclo de una lavadora»
Si eres capaz de ser solo tú mismo, no tienes competencia. Todo lo que
debes hacer es incrementar más y más tu esencia. Es decir: ser más
TÚ.Este mundo puede llegar a ser cruel y obligarte a dejar de ser tú para
que quepas en él perfectamente. ¡Niégate: haz que el mundo quepa en ti!El
momento en el que ya no te importa lo que otros piensan de ti, empiezas a
ser tú mismo. Dibuja una línea y vive por encima de ella.Confía en ti.
Piensa por ti. Actúa por ti. Habla por ti. Sé tú mismo. La imitación es un
suicidio.Te tentarán para que cambies a su modo. Te dirán que su opinión es
la correcta. Ser fiel a uno mismo es la prueba más difícil de la vida.Eres
diferente, o sea, auténtico y valiente. Alégrate; mientras muchos viven
pendientes de ser como otros, tú vives pendiente de ser como
tú.Escribirás a lo largo de tu vida algunos muy malos versos. Te
equivocarás. Te extraviarás. No se trata de ser sublime, sino de ser
auténtico.¿Para qué estamos en el mundo? Para cambiarlo. ¿Cómo? Siendo
nosotros el cambio. ¿Para qué? Para que cuando te vayas algo sea
diferente.Quién fuiste, quién eres y en quién te convertirás son tres
personas completamente diferentes. Nunca serás el mismo, aunque te
parezcas.Un mundo diferente no puede ser construido por gente
indiferente. Déjate ver y oír. Participa. Muestra tu apoyo o discordia.
¡Implícate!
Ignacio Novo