sábado, 1 de octubre de 2016

TU MISMO



«Nues­tra mis­ión en la tier­ra es de­scubrir nue­stro pro­pio camino. Nun­ca ser­emos fe­lices si vivi­mos un tipo de vi­da idea­do por otra per­sona»
JAMES VAN PRAAGH

 ¿Hac­er lo que uno ama hac­er, o hac­er lo que el resto con­sid­era que debe­mos hac­er porque es mejor para nosotros? Lo primero, y aunque hayas de avan­zar en la más com­ple­ta soledad y no cuentes más que con el so­porte que tú mis­mo seas ca­paz de darte, y aun ar­rostran­do penurias y sac­ri­fi­cios, te col­mará de sat­is­fac­ciones. Lo se­gun­do, y aunque ten­gas mil apoyos que al­la­nen la di­fi­cul­tad del camino, te frus­trará, porque te hará es­cla­vo de una ex­is­ten­cia le­jana a tus de­seos, in­tere­ses e ilu­siones más puros y reales.

Hay ex­pec­ta­ti­vas aje­nas que al­gunos adop­tan co­mo propias, no sé si por con­formis­mo o por un in­com­pren­si­ble páni­co a de­sagradar. Y así, van eligien­do, por ejem­plo, no lo que les gus­taría es­tu­di­ar, sino aque­llo que sus padres de­ci­den por el­los que han de apren­der. Es­co­gen pare­ja en fun­ción del im­pacto, pos­iti­vo o neg­ati­vo, que cause en su en­torno o, in­clu­so, van mold­ean­do su carác­ter para en­ca­jar­lo en de­ter­mi­na­dos am­bi­entes, de­spre­cian­do y an­ulan­do su gen­uina for­ma de ser y con el afán de no de­sen­tonar con lo que otros es­per­an de el­los. ¿Pero quién es al­guien fuera de ti mis­mo, te planteo, para es­table­cer lo que debes o no debes ser, lo que has de es­tu­di­ar o no, o de quién o de quién no te has de en­am­orar?

Las eti­que­tas aca­ban por definir a quienes mar­can, y al­guien a quien se til­da de in­teligente o de bon­da­doso o de for­mal o de per­ver­so… o del con­cep­to, cualquiera que sea, que le haya endil­ga­do su en­torno, car­gará para siem­pre con ese es­tereotipo, a no ser que se re­bele y ha­ga al­go al re­spec­to.
El may­or peli­gro es que el pa­pel asig­na­do por otros re­sulte có­mo­do y no se pre­ten­da nun­ca romper la ca­de­na in­vis­ible que nos ata a esa per­son­al­idad ir­re­al: «¿Es­to es lo que quieren que sea? Pues bi­en, eso seré», dice aquel que se rinde y re­nun­cia a ser él mis­mo, plegán­dose al es­tereotipo que le ad­ju­di­ca el resto.

En el bosque, había un ár­bol tor­ci­do y un ár­bol rec­to. Ca­da día, el ár­bol rec­to decía al ár­bol tor­ci­do: «Mírame... Soy al­to y es­bel­to. Soy guapo. Mi­ra sin em­bar­go tú... tú es­tás por com­ple­to tor­ci­do y dobla­do; acaba­do antes de cre­cer. Nadie quiere verte». Y se cri­aron en el bosque ape­nas sep­ara­dos un­os met­ros el uno del otro. Un buen día vinieron los madereros y vieron jun­tos al ár­bol tor­ci­do y el ár­bol rec­to, y se di­jeron: «Corte­mos so­lo los ár­boles rec­tos y de­je­mos el resto». Así que los madereros trans­for­maron to­dos los ár­boles er­gui­dos en tablones de madera, palil­los de di­entes y pa­pel. Y el ár­bol tor­ci­do aún sigue ahí, ca­da vez más fuerte y ex­traño.

Tom Waits 

Y aho­ra y de­spués de leer to­do es­to: ¿vas a ser tú de una vez?

«Nor­mal no es na­da más que un ci­clo de una lavado­ra»

 Si eres ca­paz de ser so­lo tú mis­mo, no tienes com­pe­ten­cia. To­do lo que debes hac­er es in­cre­men­tar más y más tu es­en­cia. Es de­cir: ser más TÚ.Este mun­do puede lle­gar a ser cru­el y obli­garte a de­jar de ser tú para que quepas en él per­fec­ta­mente. ¡Nié­gate: haz que el mun­do quepa en ti!El mo­men­to en el que ya no te im­por­ta lo que otros pien­san de ti, em­piezas a ser tú mis­mo. Dibu­ja una línea y vive por enci­ma de el­la.Con­fía en ti. Pien­sa por ti. Ac­túa por ti. Habla por ti. Sé tú mis­mo. La im­itación es un sui­cidio.Te ten­tarán para que cam­bies a su mo­do. Te dirán que su opinión es la cor­rec­ta. Ser fiel a uno mis­mo es la prue­ba más difí­cil de la vi­da.Eres difer­ente, o sea, autén­ti­co y va­liente. Alé­grate; mien­tras mu­chos viv­en pen­di­entes de ser co­mo otros, tú vives pen­di­ente de ser co­mo tú.Es­cribirás a lo largo de tu vi­da al­gunos muy ma­los ver­sos. Te equiv­ocarás. Te ex­traviarás. No se tra­ta de ser sub­lime, sino de ser autén­ti­co.¿Para qué es­ta­mos en el mun­do? Para cam­biar­lo. ¿Có­mo? Sien­do nosotros el cam­bio. ¿Para qué? Para que cuan­do te vayas al­go sea difer­ente.Quién fuiste, quién eres y en quién te con­ver­tirás son tres per­sonas com­ple­ta­mente difer­entes. Nun­ca serás el mis­mo, aunque te parez­cas.Un mun­do difer­ente no puede ser con­stru­ido por gente in­difer­ente. Dé­jate ver y oír. Par­tic­ipa. Mues­tra tu apoyo o dis­cor­dia. ¡Im­plí­cate!

Ignacio Novo

No hay comentarios:

Publicar un comentario