sábado, 17 de septiembre de 2016

VIVE




«La vi­da no es com­pli­ca­da. Nosotros so­mos com­pli­ca­dos. La vi­da es sim­ple, y lo sim­ple es lo cor­rec­to»
OS­CAR WILDE

 Si sabe­mos que la vi­da no es una car­retera llana, sino re­ple­ta de al­tiba­jos, y en la cual unas ve­ces estare­mos cer­ca del cielo y otras a oril­las del in­fier­no, ¿por qué nos ago­bi­amos cuan­do de­scen­de­mos, o an­tic­ipamos un pron­to fin cuan­do es­ta­mos ar­ri­ba? ¿Por qué no nos limi­ta­mos a gozar los buenos mo­men­tos, sin más, y a so­brell­evar con serenidad los pe­ores?

Y así po­dríamos con­tin­uar ad eter­num. Si sabe­mos que nadie tiene la razón ab­so­lu­ta, ¿por qué nos con­trari­amos ante los ar­gu­men­tos de otros si no co­in­ci­den con los nue­stros? Si el pasa­do, pasó, ¿por qué nos em­peñamos en volver a él cuan­do na­da po­dremos hac­er jamás para cam­biar­lo? ¿Por qué vivi­mos en el fu­turo, co­mo si en él es­tu­viera la solu­ción defini­ti­va para nue­stros males, de­spre­cian­do el «pre­sente con­tin­uo» con­stan­te­mente? ¿Por qué si nadie es in­fal­ible evi­ta­mos per­donarnos er­rores a nosotros mis­mos y nos sen­ten­ci­amos por tales er­rores a una con­de­na de la que no quedamos nun­ca ab­suel­tos?

Un ami­go me decía que en­vidi­aba la ca­paci­dad de los GPS para re­cal­cu­lar su rum­bo tras una equiv­ocación, sin re­proches ni mi­rar atrás. Creo que a to­dos nos gus­taría dispon­er «de se­rie» de esa prác­ti­ca cual­idad.
No hag­amos nues­tra ex­is­ten­cia más ar­dua y la­bo­riosa de lo que ya es. Si lo pien­sas bi­en, so­lo se tra­ta de «es­tar» en este mis­mo mo­men­to, aho­ra mis­mo, sin hac­er proyec­ciones ha­cia ese fu­turo que planteas tan fe­liz (na­da más sen­cil­lo que pon­er la fe­li­ci­dad al­lá donde no la ve­mos), ni va­gar por ese pasa­do in­sat­is­fe­cho al que si te dier­an la más mín­ima opor­tu­nidad (que no te la van a dar, ya te lo di­go yo) cam­biarías de as­pec­to de ar­ri­ba aba­jo.

 En las re­li­giones in­dias un acharya es un guía o in­struc­tor en ma­te­ria re­li­giosa, o un hom­bre muy sabio, o el tí­tu­lo que se otor­ga a los hom­bres cul­tos.

La aten­ción cor­rec­ta (Or­den Acharya de bud­is­mo chan/zen, según un tex­to apócri­fo que se dis­tribuye en­tre los alum­nos bud­is­tas):

¿Abriste? Cier­ra.¿En­cendiste? Apa­ga.¿Ataste? De­sa­ta.¿En­su­ci­aste? Limpia.¿Us­as al­go? Trá­ta­lo con car­iño.¿Lo romp­iste? Repáralo.¿No sabes ar­reglar­lo? Lla­ma a al­guien que sepa.¿Vas a us­ar lo que no te pertenece? Pi­de per­miso.¿Pediste presta­do? De­vuelve.¿No sabes có­mo fun­ciona? No in­ter­ven­gas.¿Es gratis? No lo des­perdi­cies.¿No te lla­maron? No te en­trometas.¿No lo sabes hac­er mejor? No cri­tiques.¿No vin­iste a ayu­dar? No per­turbes.¿Prometiste? Cumple.¿Ofendiste? Dis­cúl­pate.¿No te pre­gun­taron? No opines.¿Lo di­jiste? Asúme­lo.

Decía el es­critor y filó­so­fo Fer­nan­do Sa­vater: «El se­cre­to de la fe­li­ci­dad es ten­er gus­tos sen­cil­los y una mente com­ple­ja; el prob­le­ma es que a menudo la mente es sen­cil­la y los gus­tos son com­ple­jos». Mi con­se­jo, si lo quieres, sería este: sim­pli­fi­ca, sin­te­ti­za, re­duce, amino­ra, abre­via, no com­pliques na­da. La vi­da es el­emen­tal; es la for­ma en que la vivi­mos lo que la hace in­de­scifrable.

Re­flex­ión fi­nal: «Lo ma­lo de la vi­da es que no es lo que creemos, pero tam­poco lo con­trario» (Ale­jan­dra Pizarnik).

Píl­do­ras de sabiduría

¿Una bue­na for­ma de aprovechar tu vi­da al máx­imo? Pon en número las pues­tas de sol que crees que te quedan por vivir. No son tan­tas, ¿ver­dad?¿El mejor sueño? Soñar que vivirás mien­tras es­tés vi­vo y que no morirás sino so­lo cuan­do ya es­tés muer­to.Es nues­tra úni­ca vi­da.(Aqui) El uni­ver­so con­tin­uará in­difer­ente a nues­tra breve ex­is­ten­cia. No de­jes que nadie te robe la ale­gría.Cuan­do un día piens­es que to­do te es­tá salien­do mal, ra­zona y pon las cosas en su sitio: es so­lo un mal día, no una mala vi­da.La aven­tu­ra de la vi­da es apren­der; su propósi­to, cre­cer; su nat­uraleza, cam­biar; su se­cre­to, atre­verse, y su de­safío, su­per­arse.

¿Vives?Hablam­os en dos id­iomas: «¿Qué temo?» y «¿Qué amo?». El que ha­gas prevale­cer en tu vi­da de­ter­mi­nará el tamaño de tu fe­li­ci­dad y de tu éx­ito.Tó­mate un respiro. To­do con­tin­uará ahí cuan­do vuel­vas a en­cen­der­lo. No piens­es siem­pre en lo sigu­iente; la vi­da tran­scurre so­lo en el pre­sente.La muerte no es la pér­di­da más grande de la vi­da. La may­or pér­di­da es lo que muere den­tro de nosotros mien­tras vivi­mos.Es­ta vi­da te pe­ga duro y, a ve­ces, has­ta te patea el es­tó­ma­go, pero eso es so­lo para recor­dar a tus pul­mones lo im­por­tante que es res­pi­rar.Mi vi­da no es per­fec­ta, pero mi ob­je­ti­vo no es la per­fec­ción, sino la fe­li­ci­dad... aun mod­es­ta, aun a ratos, aun en soledad, aun im­per­fec­ta.

Ignacio Novo

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