jueves, 21 de julio de 2016

METRO SEGUNDO



“¡Ah! ¡Cómo se agita la mente en el fondo del abismo en que se halla sumergida! Y abandonando su propia luz, ¡cómo se precipita hacia la tiniebla exterior, cuando siente en sí misma una angustia mortal, acrecida hasta lo infinito por el hálito de las cosas terrenales!

”Este pobre mortal gozó un tiempo de omnímoda libertad; para él el cielo no guardaba secretos; acostumbrado a caminar por los senderos del firmamento, observaba los dorados rayos del sol, seguía atento las fases de la helada luna, había vencido a las estrellas, sujetando a número sus errantes revoluciones dentro de órbitas cerradas.

”¿Qué más? Él sabía las causas por las cuales los vientos rumorosos ya rizan la superficie de los mares, ya sacuden su seno en gigantescas olas; cuál es el alma inmutable que gobierna al mundo; por qué los astros que se hunden en el mar de las Hespérides despiertan rutilantes por Oriente; con qué ley se suceden las plácidas horas de la primavera para que ésta adorne la tierra con rosadas flores; quién hace que al término del año muestre el otoño la exuberancia de su fecundidad en jugosos frutos... Esto solía él tratar en sus versos, como así también otros misterios ocultos de la naturaleza que él desentrañaba...
BOECIO.

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