El escarabajo
pelotero hace rodar su pelota de estiércol,
de la que surge la vida por el
esfuerzo puro de la concentración de espíritu.
Si la vida puede surgir de una
pelota de estiércol,
¿cómo no habría de ser posible crear un cuerpo,
concentrando el espíritu allí donde descansa la mente celestial
cuando el
embrión abandona el caparazón?
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