miércoles, 31 de agosto de 2016

AMOR



Amor, he ahí el gran secreto de la Magia; pero precisa diferenciar el amor que inmortaliza del que mata. “Mientras que el amor es un deseo y un goce, es mortal. Para eternizarse es necesario que se convierta en sacrificio, pues entonces pasa a ser fuerza y virtud. Es la lucha de Eros y Auteros que equilibra al mundo”. He ahí por qué el odio es generador de lágrimas y, por consecuencia, de remordimientos. Nuestros enemigos se fortalecen con nuestro odio. El único medio de hacerlos impotentes para perjudicarnos es amarlos. El amor a nuestros enemigos es el más poderoso de todos los amores, por ser el más desinteresado y, por consiguiente, el más tranquilo.

El que odia, se odia; el que hiere, se hiere; el que maldice, se maldice; el que daña, se daña. El alma del malvado es eternamente devorada por los monstruos que engendra. Un sentimiento de odio o de envidia es una víbora que se alberga y se nutre en nuestro corazón.

Los malos sentimientos toman frecuentemente las formas odiosas que les corresponden y persiguen al criminal en sus alucinaciones y en sus ensueños. La locura incurable es siempre consecuencia y resultante de un pecado mortal contra lo justo. La razón muere de un pecado mortal, como el cuerpo de un golpe mortal. In malevolam animam nom habitabit sapiencia, dijo Salomón.

Lo que quiere decir: La razón no cobijará jamás al odio. Cualquiera cosa que os haya hecho vuestro hermano, si le odiáis estáis equivocados y a vuestra vez seréis culpable para con él.

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